Palabras ordenadas con algún fin más o menos indefinido (o lo que vienen a ser mis sirocos de juventud)

sábado, julio 09, 2005

Al menos una lágrima

Llegamos tarde, pero no me importó mucho, pues fue porque Nuri me engañó. Me dijo el dia anterior que necesitaba mi coche, porque no podía disponer del suyo. Así que quedamos en que me recogería ella. Y me engañó, no necesitaba el coche para ir a ninguna parte, excepto al mecánico, para que le instalaran la radio cd mp3 que me regaló por mi 24 cumpleaños. Cuando llegó (iba preciosa), al ver la radio me hice el sorprendido, aunque la verdad es que dándole vueltas durante todo el día sobre si tendría algún problema con el coche, me vino a la cabeza (cosa rara) algo que me dijo cuando subió a mi coche por primera vez y descubrió que mi radio no funcionaba. Me dijo que para mi cumpleaños me compraria una. Pero claro, no me tome aquello en serio, y lo olvidé. Pues mira por donde.

Además de eso, tambien llegamos tarde porque fui a recoger a M.J. que ya estaba en la casa de Adrian, y olvide recoger a Regina, que se fue andando, y encontro la casa por casualidad (menos mal que no vive lejos ¿eh?).
Y al fin llegamos, primero vimos a Caravaca, le enseñé mi flamante nueva radio y entramos, saludamos en la cocina a Joaquín, Jorge y Laura, que me presento a su amiga Ana. Después vino el momento incomodo en que me crucé con Juan tras saludar a su novia, Raquel. Nos dijimos buenas. Y abajo en el sotano de las Fernan-cenas se encontraban casi todos mis amigos; Raul, Valera, Paco, Gines, Jesús... Un poco después de empezar a comer llegaron David y su novia, Almudena. Pasamos casi toda la noche hablando Jorge, Coni y yo, aunque hubieron ratos para casi todo el mundo. Fue una fernan-cena como las de siempre, y por eso me encantó, cotidiana y familiar, sin silencios, con las conversaciones de los amigos que tienen tantas cosas que decirse después de llevar tiempo sin verse.
Y luego claro, decidí que habia llegado el momento de sacar los regalos. Y nada, fuí al coche y saqué la camiseta del Barça de Jorge y el libro de Mel Gibson para Regina, ambos fliparon (sobre todo ella) y bueno, cuando me senté satisfecho, Valera me puso encima una caja de zapatos, jejejeje. Unas botas de futbol sala con las que pienso meter cientos de nuevos goles, me encantan.

Tras la cena hicimos un mini-botelleo en la calle, y es que en Guadalupe no hay apenas peligro de policia, luego tuve que irme un poco demasiado pronto a dejar a Nuria, pero bueno, supongo que es cuestion de tiempo que sus padres se vayan haciendo a la idea de que su hija ya es mayor, y esta en buenas manos, pero bueno, eso, demosles tiempo, jeje. Cuando volví ya no estaban Raquel y Juan, y al poco de llegar se fueron tambien Adrian, Jorge, Laura y Ana. Jorge tenia que dejar a ellas en Alhama y Adrian se ofreció a acompañarlos para que no volviera solo.
Al final de la noche quedamos Jose, Joaquín Coni, Almudena y yo. Seguimos hablando durante un rato (hasta que se acabó el ron y los hielos) y nos despedimos.
Supongo que al leerlo al día siguiente se trata de un relato muy soso, y aunque dentro de 20 años seguirá siéndolo, estoy seguro de que cualquiera de los que habian anoche en el sotano de Adrian en el que tantas veces nos hemos reunido, al leerlo derramaría al menos una lágrima.

Espero que sigamos haciendo Fernan-cenas toda la vida.